VIVIR EN LA MONTAÑA



 Quienes  vivimos en este lugar hemos escogido la montaña; con todas sus naturales imperfecciones y carencias: malezas, plantas hostiles, como los espinos, cardos y otros, aridez, declives, quebradas, y en gran medida, ausencia de grandes árboles y remotas posibilidades de encontrar agua en el interior de los cerros.  Este es ahora nuestro hogar  donde podemos disfrutar de hermosos paisajes con la cordillera de la costa de fondo y el imponente cerro La Campana, pintado en  diversas tonalidades según la hora del día; la jornada se inicia a veces con un telón anaranjado tras la cordillera y se despide con grandiosos atardeceres y conmovedoras noches de luna. 
Compartimos un espacio amplio de naturaleza autóctona, donde hemos procurado vivir en compañía de la naturaleza, rodeados de vegetación. A pesar de nuestro modo de vida como seres humanos que nos lleva a mover la tierra para construir casas y caminos, también estamos enriqueciendo el ambiente con nuevas plantas, árboles y flores. Pero eso sí, lamentamos que alguna fauna se haya tenido que  desplazar hacia otros cerros menos invadidos: zorros y algunos pájaros de mayor envergadura se han ido; también los conejos, con excepción del algunos que ya se han acostumbrado a depredar nuestros huertos. Pero en fin, aquí estamos acomodándonos, buscando también soluciones a diversas contigencias comunes que atentan contra la buena convivencia. Aunque los caminos son rurales, presentan  inconvenientes propios de su naturaleza; la lluvia horada la tierra en busca de su curso natural, generando surcos y dificultando el tránsito vehicular. Durante los días soleados  aparecen las calaminas y el polvo que inunda todo.  En fin, es algo que esperábamos. Sin embargo todo esto se puede aminorar y mejorar constantemente. Desde estas páginas exhortamos a la comunidad a conseguir la unidad organizativa que sea la base para lograr un ordenamiento en todos aquellos aspectos de interés común.